Curiosidades sobre la historia del Carlino

Carlino o Pug.

El nacimiento del Carlino o Pug está rodeado de misterio, y es que existen diferentes teorías acerca del mismo. Durante décadas algunos expertos indicaban que es originarios del Lejano Oriente, mientras que otros muchos situaban su origen en Europa. Hoy en día se cree que proviene de China, siendo trasladado más tarde a Japón y a Europa.

Se considera al Pug como descendiente del Happa, una raza similar al Pequinés, de hocico chato y tamaño pequeño. Estos perros ya estaban presentes en China la Dinastía Han (206 a.C – 220 d.C), durante la cual se cree que el Carlino alcanzó su máximo esplendor. Entonces era denominado Fu o Foo y mascota de la alta sociedad. Vivía entre la realeza, siendo considerado como un ser sagrado y llegando incluso a ser condecorado con títulos nobles.

Era una mascota propia de las familias más adineradas, aunque también estuvo muy presente en los monasterios tibetanos; de ahí que se relacione el origen de esta raza con el del Dogo de Tíbet. Su carácter sagrado queda demostrado en diversas obras de arte como esculturas y pinturas. Se creía que estos animales atraían la buena suerte y protegían a las personas de su alrededor contra los espíritus malignos.

En el siglo XVIII, este perro llega a Occidente, donde empezó a ser conocido como «Pug». Este término era el apodo con el que se conocía al mono tití, una mascota muy común en aquella época. Según los expertos, es probable que la cara chata del Carlino recordara a estos pequeños simios, lo que haría que acabaran compartiendo mote. Existe otra teoría que dice que esta palabra proviene del latino pugnus, que significa puño, en referencia a la cara arrugada del can.

En Europa la raza mantuvo su alto estatus, siendo un perro propio de la nobleza. Adquirió el nombre de Carlino en Francia, gracias al actor italiano Carlo Bertinazzi «Carlin», famoso por su actuación en la obra de teatro «Arlequín», en París. Durante la representación llevaba una máscara negra que el público encontró similar a la de este simpático can.

A España llegaría a finales del siglo XV, probablemente procedentes de Portugal, que a su vez mantenía lazos comerciales con China. Entonces se designaban con el nombre de «Doguillos», y fueron retratados junto a sus dueños por Francisco de Goya en varias ocasiones durante las últimas décadas del siglo XVIII.


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