No siempre resulta sencilla la convivencia entre distintos animales, por lo que a la hora de introducir una nueva mascota en casa lo mejor es que tomemos ciertas precauciones. Una situación de este tipo sería, por ejemplo, cuando tratamos de que un perro y un conejo sean amigos, algo que conseguiremos siguiendo unos sencillos consejos.
Para empezar debemos ser conscientes de que el conejo juega por naturaleza el papel de presa, mientras que el perro es el depredador, algo que puede resultar realmente estresante para el primero. Para evitar cualquier conflicto tenemos que hacer que ambos dejen de lado estos roles y logren una buena relación; aunque todo depende, por supuesto, de su carácter individual.
El primer paso es hacer que se acostumbren a su presencia, para lo cual en principio evitaremos que mantengan un contacto directo. De esta manera el conejo no se sentirá amenazado. Debemos tener especial cuidado si el perro es dominante; en ese caso, dejaremos que huela al conejo sólo a través de su jaula y estando nosotros presentes. Si notamos un comportamiento agresivo por su parte lo mejor será que lo cortemos rápidamente con un «NO» tajante y apartándole de la zona, pero si el problema continúa lo más aconsejable será llamar a un adiestrador canino.
Pasados unos días, cuando observemos que el perro presenta una actitud receptiva frente a la nueva mascota, podremos coger al conejo en brazos y dejar que lo huela. Si se excita demasiado o intenta cogerlo tendremos que frenar este comportamiento, hasta lograr que actúe con tranquilidad. Es entonces cuando podemos dejarlo en el suelo, pero sin perder de vista a los dos en ningún momento.
Ante un comportamiento inadecuado daremos una orden firme al perro para detenerlo; también podemos ponerle la correa y dar un pequeño tirón, controlándole con mayor facilidad. Cuando actúe correctamente, lo premiaremos con palabras amables, caricias y comida.
Siguiendo estas normas conseguiremos que poco a poco ambas mascotas sean grandes amigas.