Aunque cada vez son más las investigaciones sobre las características fisiológicas y psicológicas del perro, lo cierto es que son muy escasos los estudios que se han realizado sobre el mecanismo que emplean para beber. Recientemente, un estudio llevado a cabo por la Universidad Estatal de Virginia (conocida como Virginia Tech) ha ahondado en este tema, obteniendo conclusiones de lo más interesantes.
Para este proyecto los científicos analizaron la forma de beber de 19 perros de diferentes tamaños y razas. Trece de los cuales fueron filmados en sus propios hogares en la zona de Blacksburg (Virginia), mientras que los seis restantes fueron filmados en el campus de la universidad. A través de las imágenes obtenidas, los científicos estudiaron minuciosamente los movimientos que hacían los canes cuando llevaban el agua a su boca.
Comprobaron cómo, tras mojar la lengua en el agua, la retraían rápidamente hacia arriba, formando una pequeña cascada hacia su boca. Parte del líquido permanece en la parte inferior de la lengua, con la que forman una pequeña “cuchara”. Pero para capturar el agua que se escapa, los perros hacen un movimiento de “mordida” hacia abajo, para después volver a abrir la boca y repetir el proceso.
«En primer lugar, los perros realizan un movimiento muy acelerado de la lengua para crear una cascada de agua; luego, esta se curva hacia dentro para incrementar el afluente de agua que cae; finalmente, los perros muerden justo en el momento que se produce esta cascada”. Así lo describe Sungwan Jung, profesor asociado de ingeniería biomédica y mecánica de Virgina Tech y coordinador del proyecto.
Y es que al no poseer la capacidad de succión mediante las mejillas al igual que los seres humanos, los canes tienen que recurrir a la lengua para poder absorber el líquido. Lo mismo ocurre con los gatos, aunque estos últimos logran adherir el agua a sus lenguas, que no llegan a sumergir completamente. “Antes de realizar este estudio, creíamos que tanto unos como otros bebían de la misma manera”, admite Jung.