La dependencia es un problema de comportamiento muy común, especialmente en los cachorros, y entre otras cosas puede suponer un inconveniente a la hora de ir a dormir. Es común que el perro quiera compartir nuestra propia cama, llegando a ladrar o llorar toda la noche si se lo impedimos. Con tiempo y paciencia podemos solucionarlo.
Un comportamiento natural
En primer lugar hay que aclarar que este comportamiento responde a una actitud natural entre los canes, ya que son animales de manada en todos los sentidos. Es decir, en un ambiente salvaje duermen todos juntos, con el fin de darse calor en las noches frías y protegerse los unos a los otros ante una posible amenaza.
En cuanto a su relación con el ser humano, los expertos en conducta canina afirman que dormir junto a nuestro perro no tiene por qué perjudicarlo ni a él un a nosotros, de la misma forma que hacer que descanse en su propia cama tampoco es negativo. La elección es nuestra, siendo siempre el bienestar y la educación del animal la prioridad.
Ejercicio regular y hábitos alimenticios
Si el perro no desgasta su energía mediante paseos y actividades físicas, le será más difícil conciliar el sueño. Por ello es importante establecer una rutina de dos o tres paseos diarios, cuya duración depende de las características del animal; si es muy activo, lo mejor será caminar durante un buen rato. Tras ello seguro que se sentirá más tranquilo y querrá descansar.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que necesita un tiempo para hacer la digestión, por lo que es mejor darle la cena al menos dos horas antes de acostarse.
Un lugar tranquilo
Para lograr que duerma en su cama, debemos proporcionarle un lugar a adecuado para ello. Tiene que ser un rincón en el que no haya mucho tránsito ni ruido, ya que los perros son animales especialmente sensibles a los diferentes estímulos de su alrededor. La temperatura y la luz de la habitación también han de ser adecuadas.
Asimismo, tenemos que proporcionarle una cama mullida y limpia; en las tiendas especializadas en mascotas encontramos un sinfín de modelos adaptables al tamaño y características del animal. Mientras que algunos canes prefieren espacios abiertos, otros se muestran más a gusto en casetas u otra especie de habitáculos. Lo importante es que se sienta protegido y relajado.
Firmeza
Como decíamos previamente, es frecuente que el perro gima o ladre cuando no le dejemos subir a la cama. Es importante mantenerse firme y no ceder ante sus lamentos. En lugar de acariciarle o acudir a sus llamadas hemos de ignorar su comportamiento, por muy molesto que nos resulte. Tampoco nos ayudará gritar o regañarle, sino que lo realmente efectivo es utilizar un tono de voz firme y palabras amables.
El refuerzo positivo será nuestro gran aliado. Un buen truco es practicar durante el día, dándole un premio y acariciándole cada vez que se tumbe en su cama. Así asociará su rincón con una sensación agradable.
Paciencia
Este período de adaptación puede ser largo y costoso, pues se estima una media de 7 días hasta que el animal comprenda cuál es el sitio en el que debe pasar la noche. Tenemos que armarnos de paciencia y llevar a cabo estos consejos a diario, sin llegar a desesperarnos, ya que esto podría poner más nervioso al can. Si el problema persiste, lo más recomendable será acudir a un adiestrador profesional.