General Perros

Un perro no deja de ser en ningún momento un depredador, y cómo tal, actúa ferozmente al encontrarse frente a otro animal desconocido, y más ferozmente aún si este segundo animal es un gato. Siempre es preferible evitar este tipo de encuentros pero no siempre es posible.

Yo he vivido este tipo de tensión con mi propio perro, hace tiempo que empezó a rondar un gato por el patio de luces del bloque comunitario y sin lugar a dudas alteró la normalidad de mi mascota. El gato le maullaba en actitud desafiante y mi perro le profería los más agresivos ladridos y cuando esto ocurre, por ejemplo, a las cinco de la mañana, el encuentro entre los dos depredadores pasa a ser un problema de índole comunitaria.

Lo que no debe hacer un propietario es actuar de forma indiferente ante este problema. En primera instancia, es importante distinguir si se trata de un gato callejero o si es un gato domesticado, y en consecuencia, con dueño. Así tendremos un punto de referencia al que acudir. En el caso de que se trate de un gato callejero, dirigiremos nuestras quejas al ayuntamiento, éste debería proceder a activar el servicio de recogida de animales. Si el gato es domesticado y conseguimos dar con el dueño, exponerle el problema a éste puede ser una buena opción. Si bien es cierto que el gato es un animal independiente que no puede ser reclutado, ese hecho no le da derecho a invadir el espacio de nuestro perro.

En algunos casos, quizás sea necesario aislar de nuestro perro ese espacio que ya se auto-reconoce el gato. O bien proceder a denuncias legales, ya que en mi caso, después de largas y tendidas conversaciones con el dueño del gato, éste parece desentenderse del asunto. Y mi perro, varias veces al día, sigue recibiendo las visitas de su lindo gatito…