Un perro puede romperse o perder una uña muy fácilmente, especialmente si no ha sido cortada correctamente o con regularidad. «Enganchones» en tejidos, grietas del suelo y la pared, o cualquier golpe, pueden provocar esta lesión tan común.
Enseguida nos daremos cuenta del problema si observamos que cojea o se lame mucho la pata. Lo primero que deberemos hacer en esa situación es examinar la herida y limpiar muy bien la zona. El espolón, que se encuentra al costado de la pata, es la uña que más suele romperse.
Sostén la pata en la primera articulación y presiona con mucho cuidado con ayuda de una gasa estéril en dirección contraria a los dedos del pie durante un minuto. Esto ayudará a detener el sangrado.
Para tener una visión más clara de la lesión hay que retirar el pelo y la posible suciedad que pueda haber en la herida. Limpia la uña con agua tibia o con una solución salina para eliminar la sangre y aplica suavemente un antibiótico/antibacteriano para primeros auxilios con ayuda de un algodón. Necesitarás un vendaje de gasa estéril y cinta adhesiva médica elástica, y deberás envolver la uña con la suficiente firmeza como para evitar perjudicar la circulación sanguínea de la pata.
Asegura el vendaje con la cinta adhesiva evitando que ésta llegue a tocar la piel del perro y déjala puesta durante 12 horas aproximadamente. Después puedes retirarla para ayudar a que la herida se seque y cicatrice, procurando que tu mascota no la toque, ya que seguramente intentará arrancar la venda para poder lamerse.
No olvides limpiar bien la zona y aplicar el antibiótico en cada cura, así como mantener el vendaje limpio. Si en cualquier momento observas infección o hinchazón en la pata consulta inmediatamente a tu veterinario, ya que tu perro necesitará de una atención médica adicional.