Antaño, y todavía hoy, se pensaba que los perros necesitan un líder dominante que le decía lo que tenía que hacer en el momento en el que esa persona quisiera que lo hiciera. Por supuesto, necesitan a alguien que les diga cómo comportarse, pero la relación con el humano, desde mi punto de vista, debería ser siempre de compañeros o amigos, y no de ‘amo y mascota sumisa’.
Hay que tratarlos como lo que son: unos canes magníficos que te pueden enseñar muchísimo acerca de ti mismo/a, sin humanizarlos, pero tampoco tratándolos como si no tuvieran sentimientos… porque los tienen. Pero claro, no entienden nuestro idioma, así que tenemos que ayudarle a que comprenda lo que esperamos de él. Sepamos cómo dirigir a tu perro.
Paciencia, constancia y coherencia
Estas son las claves para que el perro viva feliz junto con nosotros, y se comporte de una manera educada. Los malos tratos, tanto las palizas como los gritos, sólo conseguirán que el animal sienta miedo, que sí que llegará a hacer lo que se le pida, pero porque sabrá que si no lo hace lo van a maltratar; esto no es vida. Cuando se trae a un perro a casa, es fundamental tener mucha paciencia con él y respetarlo. No podemos pretender tener un peludo con una buena calidad de vida si nosotros somos los que le privamos de ella.
También es muy importante que seamos coherentes. Si papá deja que se suba a la cama pero mamá no, el can lo más probable es que se confunda… y termine por subirse a la cama porque es mucho más cómoda que el sofá y, desde luego, mucho más que su propia cama . Así pues, ya desde el primer día hay que dejar claro cuáles son los límites para evitar confusiones. Toda la familia debe usar las mismas palabras y gestos y reforzar lo mismo.
Rutina de ejercicio
El perro necesita hacer ejercicio todos los días, para mantenerse en buena forma física y sobre todo mental. Cada día hay que sacarlo a pasear, cuantas veces podamos. Si sólo podemos una, es mejor salir a correr (o incluso ir en bicicleta) que a pasear, pero si es un paseo, debe de ser lo más largo posible.
Si tenemos la suerte de que en el pueblo haya un parque para perros, es muy aconsejable llevarlo para que se relacione con otros de su especie y juegue con ellos. Alterna además juegos de olfato (buscar premios) y ejercicios de obediencia ligera durante el paseo para cansarlo mentalmente.

Con estos consejos, esperamos que tu amigo sea muy, muy feliz .

Tipos de adiestramiento y por qué elegir el refuerzo positivo
En adiestramiento se reconocen tres respuestas: negativa, indiferente y positiva. La negativa (reñir, gritar, castigar) crea asociaciones de miedo y deteriora el vínculo. La indiferente deja que el perro haga sin guía, por lo que no aprende qué sí queremos. El refuerzo positivo se basa en premios, caricias y juego, y está asociada a mejores resultados y a una mejor salud emocional.
Si te enfadas cuando no acude y, al verlo, le riñes, es probable que la próxima vez tema acercarse. En cambio, si lo premias cada vez que viene, asociará tu llamada con algo agradable y acudirá más rápido y contento.

Cómo crear un vínculo positivo: comida y juego
A casi todos los perros les motivan dos cosas «de fábrica»: comer y cazar (canalizado como juego). Usa premios especiales —mejores que su ración diaria— para reforzar conductas deseadas, y reserva esos trocitos para entrenar. Observa qué juguetes prefiere (pelotas, mordedores, cuerdas) y proponle sesiones cortas de persecución y tirón para liberar estrés y fortalecer el vínculo.
Órdenes básicas y llamada fiable paso a paso
Sentado («sit»): guía su hocico con la mano con premio hacia arriba y atrás; cuando se siente, marca y refuerza. Repite hasta que responda solo a la señal verbal o gestual.
Quieto: con el perro sentado o tumbado, di «quieto», muestra la palma, da un paso atrás y refuerza si no se mueve. Aumenta gradualmente tiempo y distancia.
Déjalo y suelta: intercambia por algo mejor. Cuando retire el hocico u abra la boca, marca y premia. Practica también «baja» del sofá, reforzando cuando obedezca y ofreciéndole una alternativa de descanso.

¿Cuándo empezar y cómo trabajar con perros adultos?
Es ideal comenzar desde edades tempranas, aprovechando su curiosidad y juego. Aun así, los perros aprenden toda la vida: un adulto puede fijar nuevos hábitos con constancia. Ventajas del adulto: suelen ser más estables, conocen rutinas y aguantan sesiones algo más largas. Ajusta expectativas, ve despacio si hay conductas arraigadas y busca ayuda profesional si observas reactividad o bloqueos emocionales.
Herramientas y ética de entrenamiento
Correas, arneses y collares son herramientas, no soluciones mágicas. Úsalas con conocimiento y, si es posible, con orientación profesional. Los collares de descarga eléctrica están cada vez más desaconsejados: generan miedo, aumentan el estrés y dañan el vínculo. Una correa larga es muy útil para la llamada en exteriores sin perder seguridad.
Lenguaje, sesiones y coherencia familiar
Los perros no «aprenden idiomas» como nosotros: asocian señales (sonidos/gestos) a comportamientos. Usa palabras claras y cortas, distintas entre sí. Entrena en lugares tranquilos, sesiones de 5 a 20 minutos, varias veces al día. Toda la familia debe participar para mantener la coherencia. Practica un liderazgo amable, sin castigo, y celebra cada pequeño avance.
Guiar a tu perro no va de imponerse, sino de construir confianza, ofrecer opciones correctas y reforzarlas hasta que se conviertan en su elección preferida; así, convivencia, seguridad y bienestar crecen de la mano.