La esterilización canina es una de las operaciones quirúrgicas más comunes y sencillas que se realizan actualmente. No obstante, como cualquier cirugía implica algunas molestias y requiere unos mínimos cuidados durante los días posteriores. En este caso nos centramos en la recuperación de las hembras después de la castración.
En primer lugar debemos preparar una zona cómoda para que nuestra perra pueda descansar una vez haya sido operada. Es fundamental que disponga de un lugar tranquilo, libre de corrientes de aire y alejado del bullicio, y que lo mantengamos limpio, con el fin de evitar infecciones en la herida.
Por otro lado, tenemos que impedir que se lama la herida, pues su saliva puede contener bacterias; además, correría el riesgo de quitar los puntos. Lo más común es que el veterinario nos proporcione el llamado collar isabelino, de forma similar a una campana, que evita que la hembra alcance la herida con el hocico. Será responsabilidad nuestra limpiar la zona con los productos que el veterinario nos indique, y siempre desde dentro hacia afuera.
Es fundamental que evitemos que la perra corra, salte o realice cualquier actividad física brusca, ya que esto podría hacer que la herida se abra. Sin embargo, puede dar paseos tranquilos y breves a partir del siguiente día tras la intervención. También es importante que ayune durante algunas horas previas y posteriores, dependiendo de lo que nos diga el veterinario.
Asimismo, debemos vigilar la orina del animal; lo mejor es que orine lo antes posible, pues de esta manera elimina la anestesia. Por otra parte, tenemos que asegurarnos de que toma los medicamentos que nos haya recomendado el veterinario, el cual además revisará frecuentemente el estado del animal.
Por último, es importante que acudamos inmediatamente a una clínica veterinaria en caso de fiebre, hemorragia, hinchazón del abdomen, o cualquier otra señal sospechosa.