Para muchos hogares, compartir la noche con el perro es ya parte de la rutina. No se trata solo de cercanía: esa compañía apacigua el silencio y puede aportar una sensación de seguridad que, a ciertas horas, sienta de maravilla.
Ahora bien, ese gesto tan cotidiano tiene implicaciones reales para la salud y el descanso. Veterinarios y entidades del sueño recuerdan que hay beneficios claros, pero también condiciones y límites si queremos dormir bien y reducir riesgos, especialmente en España y en el entorno europeo.
Beneficios para el descanso y la salud mental
La presencia del perro puede disminuir la ansiedad y el nerviosismo nocturno; su respiración y su calor generan un entorno calmado que facilita conciliar el sueño. Varios profesionales, como el veterinario Pablo (@pablo_vet83), señalan que esta cercanía puede mejorar el bienestar emocional.
En términos fisiológicos, el contacto afectivo con el animal eleva la oxitocina y reduce el cortisol, una combinación que se asocia a mayor relax y mejor estado de ánimo. Investigaciones universitarias han mostrado que incluso unos minutos de caricias bastan para rebajar el estrés de forma medible.
También hay un componente subjetivo importante: muchas personas reportan menos sensación de soledad nocturna y un despertar con mejor humor cuando el perro duerme cerca, algo que entidades como la Fundación Nacional del Sueño y asociaciones de psiquiatría han puesto en valor.
Qué inconvenientes puede traer
El lado menos amable es el de las interrupciones. Los perros tienen ciclos distintos a los humanos y, entre cambios de postura, pequeños ruidos o despertares, pueden fragmentar el descanso. La Academia Americana de Medicina del Sueño estima que un tercio de quienes comparten cama con su mascota nota este impacto.
En el plano sanitario, conviene recordar los alérgenos y la higiene. El pelo, la caspa o la suciedad del exterior incrementan el riesgo de síntomas respiratorios en personas sensibles, y si el animal no está correctamente vacunado o desparasitado existe la posibilidad de contagios de parásitos o bacterias.
Con todo, cuando se sigue un protocolo veterinario adecuado, las clínicas de referencia apuntan que el riesgo de infecciones es bajo. Aun así, recomiendan higiene estricta del perro y de la ropa de cama: cepillado, lavado frecuente de sábanas y revisiones periódicas.
Otro punto a vigilar es la conducta. Dormir pegados puede fomentar una dependencia excesiva en algunos perros y derivar en ansiedad por separación. Una alternativa que funciona para muchas familias es que el perro duerma en su propia cama, dentro del dormitorio.
Consejos prácticos si decides compartir el descanso
Antes de dar el paso, conviene establecer unas pautas sencillas que marquen la diferencia y minimicen molestias y riesgos en el día a día.
- Veterinario al día: vacunas, desparasitación interna y externa, y chequeos regulares.
- Higiene: lavar sábanas y fundas con frecuencia, cepillar al perro y limpiar las patas si sale a la calle.
- Espacio y comodidad: colchón de tamaño suficiente y textiles limpios para reducir despertares.
- Normas claras: que suba y baje a la orden, evitar juegos nocturnos y establecer una rutina de sueño.
- Plan B razonable: cama canina dentro de la habitación para mantener cercanía sin compartir el colchón.
Observa tu descanso: si notas somnolencia diurna, alergias o despertares frecuentes, quizá toque reubicar al perro o reforzar la higiene y las rutinas.
Qué dicen los datos en España y Europa
Compartir dormitorio con animales de compañía no es raro en nuestro entorno. En España, diversos sondeos sitúan a una parte notable de los dueños permitiendo que el perro duerma en la misma habitación e incluso en la cama, mientras que en Europa se observa una tendencia similar en hogares urbanitas.
Instituciones españolas especializadas en sueño y cronobiología han recordado el marco de riesgo: existen zoonosis conocidas (como tiña o ciertos parásitos), pero, con prevención veterinaria e higiene rigurosa, la probabilidad se reduce de forma significativa en perros sanos.
En el plano de preferencias, algunos estudios han recogido que muchas mujeres reportan que su perro molesta menos que una pareja humana y aporta seguridad constante durante la noche, algo que explicaría la popularidad de esta práctica en determinados perfiles.
Elegir si el perro puede subir a la cama depende de cómo duermes y de la salud de ambos: si no hay alergias, el animal está controlado y tu descanso no se resiente, puede ser una buena opción; si aparecen molestias, mejor apostar por su propia cama en el cuarto y mantener hábitos de higiene y revisión veterinaria estrictos.