Memoria en los perros: tipos, sentidos y cómo aprovecharla en su aprendizaje

  • La memoria canina es principalmente asociativa y sensorial; el olfato lidera, seguido de la voz y, después, la visión.
  • Para consolidar conductas, el refuerzo debe ser inmediato y consistente; la ventana eficaz dura solo unos segundos.
  • Existen diferencias individuales y por función/raza; algunos perros aprenden muchos comandos y tareas especializadas.
  • Los perros pueden mostrar recuerdo episódico-like y mantener vínculos duraderos, pero la huella se fortalece con la repetición.

Perro tumbado en el campo.

Son muchos los falsos mitos asociados a la memoria de los perros. Seguramente hayamos escuchado todo tipo de teorías; desde que no son capaces de retener datos hasta que cuentan con una importante capacidad de memoria a largo plazo. Éste es uno de los temas que más interés suscitan entre los amantes de estos animales. Por ello, ofrecemos algunos datos sobre el mismo.

Lo cierto es que los canes tienen la capacidad de almacenar información en su cerebro, que a su vez forma parte de su instinto de supervivencia. Pueden retener recuerdos positivos y negativos, actuando respecto a los mismos en base a las experiencias que hayan vivido. Así, si por ejemplo un perro sufre el arañazo de un gato, es probable que nunca vuelva a acercarse a ningún ejemplar de esta especie.

Los expertos ofrecen un sinfín de opiniones acerca del funcionamiento de la memoria canina. A día de hoy, sabemos que los perros cuentan, a grandes rasgos, con dos tipos de memoria: a corto y largo plazo. La primera es muy utilizada en los procesos de adiestramiento, ya que estos animales viven especialmente el presente, sin pensar en el pasado o el futuro. De ahí que necesiten ser recompensados inmediatamente tras obedecer una orden. A base de repeticiones, consiguen memorizar estas experiencias de acción-reacción.

La memoria a largo plazo, por su parte, es la que utilizan para almacenar información permanente. Como decíamos anteriormente, esto les sirve para fortalecer su instinto de supervivencia; sin embargo, no utilizan esta clase de memoria de igual forma que los seres humanos, ya que no son capaces de recordar eventos puntuales como nosotros, sino que memorizan sensaciones y rutinas.

Asimismo, cuentan con una excelente memoria olfativa, ya que éste es su sentido más desarrollado. Su memoria auditiva también es destacable, aunque su memoria visual es mucho más débil que las dos anteriores. Por ello, a través del olor los perros pueden percibir un gran número de recuerdos y sensaciones.

¿Cómo funciona la memoria canina en la práctica?

Memoria de los perros

La memoria a corto plazo del perro gestiona información inmediata y se desvanece pronto. Por eso no sirve de nada reñir después de un destrozo: el animal puede percibir el enfado, pero no vincularlo con la acción pasada si no se refuerza en el momento.

La memoria a largo plazo se construye por asociación. Los perros conectan estímulos sensoriales (un olor, una voz, un timbre) con personas, lugares u objetos. Esto explica que identifiquen a alguien por su voz u olor y, en cambio, una fotografía de esa persona no les diga nada. También puede generar confusiones si oyen una voz por teléfono o un ladrido en la televisión al faltar el resto de señales (olor y presencia física).

Además, los canes integran memoria espacial: aprenden recorridos, ubicaciones de recursos y rutinas del hogar. Si se altera una ruta habitual, algunos perros pueden insistir o ladrar porque su experiencia previa les indica otro camino “correcto”.

Memoria y adiestramiento: del comando al trabajo especializado

El aprendizaje canino se basa en crear asociaciones entre una señal (verbal o gestual) y una consecuencia. El refuerzo positivo (premios, juego, caricias) tras la respuesta correcta consolida la conducta. La ventana temporal eficaz es muy breve: cuanto antes llegue el refuerzo, más sólida será la conexión; de hecho, en el adiestramiento práctico se recomienda reforzar en cuestión de segundos, y, como ya se indicó, corregir o premiar más allá de 10-20 segundos pierde eficacia.

La repetición, la claridad de las señales y la consistencia son determinantes, junto con la edad, experiencias previas y la genética. Algunos grupos como los perros de pastoreo y los cobradores suelen aprender gran número de comandos con rapidez; incluso se han documentado individuos capaces de reconocer centenares de palabras. El mismo mecanismo permite entrenamientos complejos: perros de rescate que siguen un olor concreto, perros de asistencia médica que detectan cambios fisiológicos y perros policiales capaces de discriminar sustancias por su huella olfativa.

Para evitar errores frecuentes, conviene: observar al perro y marcar el instante de la conducta deseada, ser preciso con el premio, permitir que el perro procese sin saturarlo de órdenes y estructurar los ejercicios en pasos pequeños con señales coherentes.

Memoria, pensamiento independiente y diferencias individuales

En pruebas de pensamiento independiente se contraponen las indicaciones humanas con lo que el perro recuerda (por ejemplo, señalar un vaso distinto del que guarda el premio). Algunos individuos confían más en su propia memoria; otros, en la guía humana. Los perros de trabajo suelen mostrar mayor autonomía, mientras que muchos perros de compañía tienden a seguir más las señales sociales de sus tutores.

¿Recuerdan a personas y eventos?

Los perros pueden mantener vínculos muy duraderos con personas significativas gracias a su memoria asociativa y a una forma de recuerdo episódico-like. En protocolos de imitación del tipo “haz lo que yo hago”, se ha comprobado que son capaces de recordar acciones observadas incluso cuando no esperaban ser evaluados, y reproducirlas tras intervalos de tiempo variables. Esa huella puede atenuarse si no se reactiva, pero el reconocimiento por olfato y voz suele permanecer notablemente estable durante periodos prolongados.

Por su perfil sensorial, lo que mejor retienen es el olor individual de personas y animales, seguido de la tonalidad de la voz y, en menor medida, de rasgos visuales. Los recuerdos con carga emocional (buenas experiencias o miedos) tienden a consolidarse más.

Cuando la memoria se deteriora

Hasta ahora no se ha reconocido el alzhéimer como una enfermedad que puedan padecer los canes. Sin embargo, sí padecen el Síndrome de Disfunción Cognitiva, de características similares. Por lo tanto, un perro puede olvidar a gente a la que conoce, o parte de su adiestramiento. Si valoras signos de desorientación, cambios en el sueño-vigilia, pérdida de hábitos o apatía en un perro mayor, acude a tu veterinario para intentar ralentizar este deterioro cognitivo.

Comprender que la memoria del perro es sensorial, asociativa y dependiente del contexto permite ajustar expectativas, entrenar mejor y, sobre todo, cuidar el bienestar: reforzar al instante lo que queremos, crear rutinas claras y cultivar experiencias positivas cimenta recuerdos útiles y un vínculo más sólido.