La enfermedad de Von Willebrand en el perro

Veterinaria examinando a un perro.

La Enfermedad de Von Willebrand es un trastorno hereditario que afecta fuertemente al flujo sanguíneo, pues se caracteriza por la deficiencia del factor de Von Willebrand, una glucoproteína que permite que las plaquetas puedan adherirse a los vasos sanguíneos durante el proceso de coagulación. Esto da lugar a sangrados frecuentes y a la difícil curación de las heridas.

Se trata de la anomalía relacionada con la coagulación sanguínea más común entre los perros, siendo el Pastor Alemán, el Golden Retriever, el Caniche, el Dóberman y el Shetland Sheepdog algunas de las razas más propensas a sufrirla. De carácter hereditario, está causada por una mutación genética que puede darse en machos o hembras indistintamente, y se manifiesta mediante síntomas como los siguientes:

•    Sangrado de las encías y la nariz.
•    Sangrado en las heces y la orina.
•    Moratones en la piel sin motivo aparente.
•    Sangrado excesivo en una herida leve.
•    Sangrado vaginal excesivo durante el celo o el parto.
•    Anemia.

Estas señales tienen lugar a partir del año de edad y dependiendo de su intensidad pueden formar parte de una Enfermedad de Von Willebrand Tipo 1, Tipo 2 o Tipo 3. Afortunadamente, en la mayor parte de los casos los síntomas son muy leves, de manera que muchas veces ni siquiera llega a detectarse la enfermedad hasta que el animal no es sometido a alguna intervención quirúrgica. No obstante, si sospechamos que nuestro perro puede padecerle, lo correcto será consultarlo con el veterinario.

La enfermedad se diagnostica con una prueba conocida como «tiempo de sangrado de la mucosa bucal” (TSMB), y consiste en observar cuánto tarda en coagularse una pequeña herida en las encías del can. Debe realizarse siempre por el veterinario, que además llevará a cabo un análisis de sangre para averiguar el porcentaje del factor de Von Willebrand presente en la misma. También hará una prueba de ADN para identificar a los perros que tienen estos síntomas y a los portadores de la patología; esta prueba es la más fiable de todas para el diagnóstico.

Esta anomalía no tiene cura, pero sus síntomas pueden controlarse con gran efectividad mediante medicación. La mayoría de las veces, ésta se administra antes o después de una intervención quirúrgica, así como tras sufrir una lesión o accidente. En los casos más graves es necesaria la transfusión de sangre.


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