La posibilidad de recibir la visita de una mascota en un hospital, una realidad impensable hasta hace muy poco en España, empieza a consolidarse en distintas regiones gracias a nuevos programas piloto y la creciente evidencia de sus beneficios anímicos y emocionales. Cada vez más hospitales públicos, sobre todo en el País Vasco, Cataluña y Galicia, apuestan por abrir sus puertas para que pacientes en situaciones delicadas puedan reencontrarse con sus animales de compañía en medio del proceso de hospitalización.
Recuperar el ánimo y sentir apoyo emocional se han convertido en prioridades dentro de los planes de humanización de muchos centros sanitarios. El contacto con mascotas, lejos de ser visto como un capricho, se percibe como una herramienta más para suavizar la estancia hospitalaria, especialmente en casos de ingresos prolongados o en aquellas personas que atraviesan situaciones críticas, como pacientes en cuidados paliativos o ingresados en la UCI.
El auge de los programas de visitas de mascotas
En estos últimos meses, varios hospitales vascos como Txagorritxu y Santiago en Vitoria han inaugurado programas piloto para permitir la entrada de perros de los propios pacientes. Se trata de una experiencia resultado de la colaboración entre servicios de humanización, personal sanitario y colegios veterinarios. La decisión final sobre cada visita recae en el equipo médico, que valora los beneficios y posibles riesgos según el estado del paciente y las condiciones del animal.
El protocolo suele incluir requisitos estrictos: la mascota debe presentar un certificado veterinario que acredite vacunación y buena salud, y someterse a procesos de higiene específicos antes y durante la visita. Aunque la mayoría de centros solo permiten perros por el momento —debido a su temperamento y facilidad de manejo—, no se descarta que en el futuro otras especies puedan acceder siempre tras una evaluación individualizada.
En Galicia, programas como “Can da man” del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense han permitido no solo reuniones puntuales entre pacientes y sus perros, sino también la recogida de datos sobre cómo estas visitas influyen en el ánimo y la recuperación de los ingresados. Desde el área de Humanización reconocen que todavía son pocas las personas que han solicitado este servicio, pero todas coinciden en la profunda emoción y la mejora notable en el bienestar que supone el reencuentro con el animal.
Testimonios y experiencias de pacientes
Casos como el de José Miguel Moreno, paciente de cardiología en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona, ilustran cómo la visita de su perro Rocky fue determinante para superar una fase complicada del ingreso. Tanto los propios pacientes como el personal sanitario corroboran que la presencia del animal se traduce en menos estrés, ánimo reforzado y, en ocasiones, una recuperación más rápida. La experiencia muestra que estos reencuentros generan una profunda alegría y mejoran significativamente el bienestar emocional de los pacientes.
Otras experiencias, como la de Pepe Álvarez en Ourense o la de Blanca Nieves en Vitoria, muestran escenas muy similares: reencuentros llenos de alegría, emociones compartidas y una sensación de normalidad que difícilmente pueden brindar otros recursos hospitalarios. Los familiares también destacan el valor terapéutico de estos momentos, ya que tanto pacientes como animales sufren la separación durante largos periodos.
Controles y protocolos para garantizar la seguridad
Cada centro que ha implantado estas iniciativas establece medidas para minimizar riesgos, desde la limpieza minuciosa del animal hasta itinerarios alternativos dentro del hospital. Los espacios habilitados para el encuentro suelen ser exteriores o zonas comunes poco transitadas, pero se puede acceder incluso a la habitación del paciente si es necesario, siempre tras obtener el consentimiento del compañero de cuarto y bajo la supervisión de un celador o personal auxiliar.
Es fundamental que la mascota esté tranquila, limpia y con todas sus vacunas en regla. Se evitan visitas demasiado largas y se vigila que tanto el paciente como el animal se sientan cómodos. Si el perro muestra signos de estrés o incomodidad, la visita se da por finalizada. En algunos hospitales, tras el encuentro, se procede a una limpieza exhaustiva del espacio para garantizar la higiene.
Beneficios emocionales y efectos fisiológicos
Profesionales de la salud, como la doctora Irene Azagra y expertos en psiquiatría vinculan estos programas con mejoras científicamente demostradas en la recuperación de los pacientes. El contacto con el animal ayuda a reducir la ansiedad, el dolor, la presión arterial y libera hormona de la felicidad como oxitocina y serotonina. Además, mejora el estado de ánimo general y hace que los tratamientos invasivos o la soledad de la hospitalización sean más llevaderos.
El factor emocional resulta especialmente relevante en personas que no cuentan con una red familiar amplia. El animal de compañía se convierte muchas veces en el principal sostén sentimental, lo que refuerza la importancia de estos reencuentros. Desde las áreas de Humanización se subraya que si el paciente muestra una fuerte vinculación con su mascota, el efecto positivo es claramente superior.
Este movimiento en expansión demuestra que los beneficios de las visitas de mascotas en hospitales trascienden el ámbito emocional, impactando también en la recuperación física y en la calidad de vida de los pacientes, consolidando su papel como complemento terapéutico en cuidados hospitalarios.