¿Qué son las glándulas anales del perro?

Perro en el campo.

Entre las zonas más llamativas de la anatomía del perro encontramos las glándulas anales, cuya función principal es la de favorecer una mejor deposición y cuyo cuidado es esencial para el bienestar del animal. De ahí que necesiten revisiones veterinarias frecuentes y supervisión constante. A continuación hablamos sobre sus funciones y cuidados.

¿Qué son?

Se trata de unas pequeñas bolsas de un centímetro de diámetro, situadas a ambos lados del ano. Poseen un conducto de drenaje conectado con el ano, de forma que pueden almacenar determinados desechos en forma de un líquido amarillento y de olor desagradable. Su función principal es la de lubricar la abertura anal para favorecer una mejor deposición, aunque también proporcionan a cada perro un olor exclusivo. De ahí que, mediante el olfateo de esta zona, los canes logren identificarse entre ellos.

¿Por qué es importante vaciarlas?

Por lo general, los perros vacían las glándulas anales por sí mismos, pero en ocasiones factores como la edad o determinadas enfermedades dificultan el proceso. Esto a carrea graves problemas para la salud del animal, pues al llenarse demasiado estas pequeñas bolsas, tienen lugar síntomas como los siguientes:

1. Picor. En estos casos es fácil ver al can arrastrar la zona contra el suelo, con el fin de aliviar su picor. Si advertimos este comportamiento, debemos llevarle al veterinario.

2. Olor fuerte y desagradable.

3. Incomodidad al caminar.

4. Abscesos y quistes. Conllevan un intenso dolor.

5. Infección e inflamación.

6. Fisuras anales.

7. Tumores.

8. Diarrea.

Por todo ello, es fundamental vaciar frecuentemente estas glándulas anales.

¿Qué hacer?

Hay quien decide vaciar habitualmente (una vez al mes aproximadamente) las glándulas anales de su perro. No obstante, esto no es recomendable, ya que podríamos dañar al animal. Lo conveniente es acudir al veterinario. También es necesaria la intervención del profesional cuando existe algún problema relacionado con estas glándulas; por ejemplo, en caso de obstrucción persistente, infección o inflamación. A veces basta con la aplicación de pomadas y algunos fármacos, mientras que en otras ocasiones debemos recurrir a la cirugía.


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