Los baños deben formar una parte imprescindible de la rutina de higiene de un perro, siendo necesario llevarla a cabo aproximadamente cada mes y medio. El problema es que a veces este sencillo gesto se convierte en una auténtica pesadilla, pues algunos canes sienten verdadero pavor al agua, reaccionando incluso con agresividad. En este artículo resumimos algunos consejos para solucionarlo.
En primer lugar, hay que acondicionar el baño de manera que el animal no corra peligro. Por ejemplo, se recomienda colocar una alfombrilla de plástico en la bañera para que no se escurra, ya que la inestabilidad de su superficie puede provocar miedo en el can. Además, debemos apartar todos los objetos que puedan caer cerca de él y asustarle, como botes de champú o gel.
Por otro lado, es importante tener en cuenta el tamaño del perro. Si es muy pequeño, lo mejor será colocar un pequeño recipiente (como una palangana) dentro de la bañera, llenarlo de agua y meter dentro a nuestra mascota. De esta manera se sentirá más segura.
En ocasiones la base del problema es el ruido que genera el cabezal de la ducha cuando expulsa el agua a presión. Por ello, podemos probar vertiendo el agua sobre el perro mediante un recipiente, como una pequeña jarra o un cazo. También es posible que el can sienta algo de claustrofobia, por lo que es aconsejable dejar las cortinas o la mampara de la bañera abiertas.
Uno de los trucos más efectivos es convertir la experiencia del baño en un juego. Podemos hacerlo animando a nuestra mascota a divertirse con juguetes especiales que puedan sumergirse y flotar en el agua. Los premios comestibles también nos ayudarán, pues con ellos recompensaremos al perro cuando permita que vertamos el agua sobre él.
El cariño es esencial en todo este proceso. A través de caricias, un tono de voz suave y pequeños gestos cariñosos, podemos conseguir que el animal adquiera la confianza necesaria y pierda el miedo.