Las peleas de perros continúan siendo un tema de preocupación tanto por sus implicaciones legales como por el sufrimiento animal que provocan, además de los nuevos métodos delictivos asociados que han salido a la luz en los últimos tiempos. En diversas ciudades, autoridades y activistas han puesto el foco en casos recientes donde los canes son utilizados no solo en peleas clandestinas, sino como medio para extorsionar a sus propios dueños.
En la Ciudad de México se ha detectado una peligrosa tendencia conocida como “montapeleas”. Este término define a quienes provocan enfrentamientos entre perros durante los paseos para después exigir dinero a los responsables, amenazándoles con denuncias falsas de agresión o maltrato. Los extorsionadores manipulan la situación para crear confusión y miedo entre los propietarios, quienes en ocasiones optan por ceder ante la presión para evitar mayores problemas.
Cómo operan los “montapeleas” y riesgos asociados
La estrategia de los montapeleas suele desarrollarse en zonas concurridas donde aprovechar el desconcierto es más sencillo. Tras provocar la pelea, acusan a uno de los dueños y exigen una compensación económica bajo amenazas o gritos, generando situaciones de tensión que afectan tanto a los animales como a sus familias. La falta de regulación específica para estos hechos dificulta la intervención inmediata de la ley, aunque pueden considerarse delitos de extorsión o alteración del orden público.
Las autoridades recomiendan no dejar a los perros sueltos y evitar el contacto innecesario con animales desconocidos. Si se produce un altercado, la calma es fundamental: separar a los perros sin ceder a la provocación ni responder con violencia puede evitar ulteriores complicaciones. Instalar cámaras de vigilancia y denunciar de inmediato cualquier intento de extorsión ante el Ministerio Público ayudaría a reducir la incidencia de estos delitos.
El marco legal y las sanciones previstas
Actualmente, la legislación mexicana contempla la extorsión y la alteración del orden público como delitos. Según el Código Penal de la Ciudad de México, forzar a alguien a hacer o tolerar algo mediante intimidación puede suponer penas de hasta 8 años de prisión y severas multas. La Ley de Cultura Cívica, por su parte, sanciona específicamente la provocación de riñas y molestias a personas o animales en espacios públicos, lo que también serviría para penalizar a quienes incitan peleas de perros con fines fraudulentos.
La preocupación por el uso de peleas de perros en actividades ilegales va más allá de las ciudades. En comunidades rurales de México, como El Calero en El Marqués, se han reportado casos de maltrato y enfrentamientos entre perros que derivan en investigaciones administrativas y judiciales. En uno de estos operativos, autoridades encontraron a varios perros encadenados, algunos con heridas que evidenciaban haber participado en peleas, y una perra en estado crítico que fue atendida por veterinarios y trasladada a un lugar seguro.
Historias de rescate y rehabilitación tras las peleas
Las duras consecuencias de las peleas de perros también tienen un lado esperanzador gracias al esfuerzo coordinado de voluntarios, veterinarios y protectoras. Un caso reciente ocurrió en Tailandia, donde un grupo de rescatistas halló a una perra y sus cinco cachorros en estado lamentable tras haber sido usados en enfrentamientos clandestinos. Tras ser rescatados, recibieron atención veterinaria en un refugio, lo que permitió su recuperación y eventual adopción en nuevas familias, incluso cruzando fronteras para empezar una vida lejos de la violencia sufrida.
Estas historias subrayan el papel crucial de la solidaridad comunitaria y la importancia de denunciar el maltrato. Gracias a la presión social, la difusión en redes y las donaciones, muchos animales logran superar el trauma, recibir el tratamiento necesario y encontrar un hogar definitivo. Sin esta red de apoyo, muchas víctimas de las peleas nunca abandonarían el ciclo de violencia que las atrapa.
Recomendaciones y prevención frente a las peleas de perros
Para prevenir la participación en estas prácticas y proteger el bienestar animal, se recomienda mantener siempre a los perros con correa, evitar zonas de riesgo y actuar con prudencia ante altercados. Además, es fundamental reportar cualquier caso sospechoso a las autoridades, incluso de manera anónima, para activar los protocolos de protección animal. Las leyes existentes, aunque sean generales, pueden respaldar a las víctimas y facilitar la denuncia que derive en sanciones para los responsables.
La colaboración entre ciudadanos y organismos oficiales es clave para controlar y erradicar estas prácticas, además de fomentar la adopción responsable y facilitar la rehabilitación de los perros rescatados. La vigilancia activa y el compromiso social contribuyen a crear entornos más seguros tanto para los animales como para las comunidades donde viven.
La problemática de las peleas de perros, ya sea por actividades clandestinas, extorsiones o maltrato, requiere una intervención conjunta de la sociedad y las instituciones. Desde la denuncia de casos hasta la rehabilitación y adopción de perros rescatados, el trabajo colectivo se presenta como la mejor estrategia para frenar un fenómeno que no solo causa dolor a los animales, sino que también pone en riesgo la convivencia y seguridad de todos.