El apetito voraz es una cualidad común en los perros, que no dudan en lanzarse hacia su plato cada vez que les toca comer. En principio, y siempre que no se convierta en una obsesión, esta actitud no tiene por qué ser un problema grave, pero sí plantea algunos inconvenientes, como malas digestiones o, en el peor de los casos, riesgo de atragantamiento. Por ello, te damos algunos consejos para controlar esta ansiedad.
Para empezar, es conveniente que dividamos la ración diaria del animal en tres porciones que correspondan al desayuno, la comida y la cena. Así no sólo favoreceremos una digestión adecuada, sino que también saciaremos su hambre a lo largo del día, haciendo que coma más tranquilamente en la próxima toma.
Los comederos especiales, a la venta en la gran mayoría de clínicas veterinarias y tiendas para mascotas, nos serán de gran ayuda. Se trata de unos platos de diseño específico que incluyen pequeños relieves en su interior que dificultan, a su vez, el acceso a la comida para el hocico del can. Esto hace que coma más despacio, reduciendo enormemente la posibilidad de atragantamiento.
Otro buen truco para evitar la asfixia es poner el plato en una superficie elevada (una silla o taburete, una caja…), con el fin de que el perro mantenga el cuello recto mientras come, lo que facilitará el paso de la comida. Si de todas formas el animal presentara dificultades al tragar, lo mejor será que acudamos a un veterinario para que compruebe si existe algún problema físico.
Y por último, podemos optar por el famoso juguete homologado Kong, rellenándolo con su pienso y obstruyéndolo después con queso fresco, paté o comida húmeda para perros. De esta forma el animal irá sacando poco a poco su comida, por lo que se verá obligado a ingerir despacio. Además, supondrá un gran entretenimiento para él.