El avistamiento de varios perros con el pelaje teñido de azul en la zona de exclusión de Chernóbil ha generado una oleada de preguntas y prudencia entre especialistas y cuidadores. A comienzos de octubre, integrantes del programa Dogs of Chernobyl, de la organización Clean Futures Fund (CFF), detectaron al menos tres canes con esa llamativa coloración mientras realizaban labores de captura y esterilización.
Según el equipo veterinario, los animales se muestran activos y en buen estado, y la prioridad ahora es dar con ellos para poder evaluar su salud, esterilizarlos y, en la medida de lo posible, retirar la sustancia que les ha impregnado el manto. La directora veterinaria del proyecto, Jennifer Betz, subraya que no hay indicios de que el fenómeno esté relacionado con la radiación.
Qué hay detrás del llamativo color azul
Las primeras hipótesis apuntan a un origen puramente químico, similar a casos de envenenamiento de perros callejeros. El equipo de CFF sospecha que los perros pudieron revolcarse en una sustancia viscosa de color intenso, posiblemente procedente de un baño portátil antiguo hallado cerca del lugar donde se les vio. Esta explicación encaja con el aspecto “cubierto de azul de pies a cabeza” que describen los cuidadores.
La organización ha rechazado de forma tajante los rumores que les atribuían haber teñido a los animales con fines de difusión. Explican que, durante las campañas de esterilización, usan un marcador temporal —verde, rojo, azul o morado— en la parte superior de la cabeza para identificar a los perros ya operados, algo muy distinto a la coloración total observada ahora.
El fenómeno se ha compartido en redes, con un vídeo que superó las 330.000 visualizaciones. Aun así, los voluntarios no han logrado capturarlos: los perros son esquivos y requieren dardos sedantes, un procedimiento que exige condiciones seguras para el animal y el equipo, por lo que los intentos se han pospuesto cuando no se daban las circunstancias idóneas.
En cualquier caso, los veterinarios recalcan que el riesgo para la salud parece bajo si no ingieren la sustancia. El objetivo inmediato es limpiar el pelaje y tomar muestras para confirmar la composición del material adherido, como en otros operativos de rescate, aclarando así el origen exacto del color.
Como referencia, en 2021 se informó en Dzerzhinsk (Rusia) de una manada con pelaje azul cerca de una planta química abandonada; entonces se barajó el sulfato de cobre como posible responsable. Aunque el contexto no es idéntico, ese antecedente refuerza la vía de una exposición ambiental no radiológica.
Quién cuida a los perros de la zona de exclusión
Desde 2017, el proyecto Dogs of Chernobyl del Clean Futures Fund alimenta, vacuna, esteriliza y monitoriza a cientos de animales que sobreviven en el área restringida. Sus equipos estiman la presencia de más de 700 perros y alrededor de un centenar de gatos, descendientes de las mascotas que quedaron atrás tras la evacuación masiva por el accidente de 1986.
En los primeros días tras la catástrofe, se intentó reducir la población de animales abandonados, pero fue imposible eliminar todos los focos. Décadas después, muchos trabajadores y personal de la central han proporcionado comida y apoyo básico, aunque ello conlleva riesgos sanitarios como la exposición a la rabia.
El ecosistema de la zona se ha reconfigurado en ausencia de actividad humana, y hoy conviven perros con fauna salvaje como lobos, jabalíes o zorros. La radiación persiste de forma heterogénea, por lo que las intervenciones veterinarias siguen protocolos estrictos para garantizar la seguridad de animales y personas.
El caso de los perros azules ha captado la atención de medios de toda Europa, incluidos los de España, y ha vuelto a poner sobre la mesa la importancia de apoyar programas de captura-esterilización-liberación y de vigilancia sanitaria continuada en zonas contaminadas.
Mientras prosiguen las labores de campo, CFF reitera su mensaje: el objetivo prioritario es esterilizar, vacunar y evaluar a los perros, además de despejar dudas con datos verificables y evitar especulaciones sobre el origen del color.
Qué dicen los estudios sobre los perros de Chernóbil
Investigaciones publicadas en 2023 han perfilado a los perros de Chernóbil como una población genéticamente diferenciada. Un trabajo en Science Advances describió que los canes que viven en y alrededor de la central conforman grupos con firma genética propia, resultado de su aislamiento y de la exposición crónica al entorno de la zona.
En paralelo, un equipo liderado por Norman J. Kleiman (Universidad de Columbia) analizó muestras de 116 perros semi-salvajes capturados en las inmediaciones de la planta y en áreas urbanas cercanas, identificando cerca de 400 loci genéticos atípicos y 52 genes candidatos potencialmente vinculados a la exposición ambiental, según un estudio en Canine Medicine and Genetics.
Los autores insisten en la cautela: no se ha probado una “resistencia” concluyente ni una relación causal directa con la radiación; parte de esas diferencias podría explicarse por el aislamiento poblacional y la endogamia. En cualquier caso, son datos clave para entender cómo afrontan mamíferos complejos una exposición prolongada a contaminantes y qué implicaciones puede tener para la salud animal y humana.
El episodio del color azul no figura como un rasgo genético: todo apunta a un factor externo. La toma de muestras cuando se logre capturar a los perros permitirá verificar la sustancia y descartar definitivamente otras posibilidades.
La aparición de estos perros ha encendido la curiosidad pública, pero el consenso científico y veterinario es claro: la explicación más probable es química y puntual, mientras que el trabajo de campo y los estudios genéticos continúan aportando contexto sobre la vida de estos animales en Chernóbil y las mejores estrategias para su bienestar.
