No se sabe a ciencia cierta de dónde proviene la creencia de que el perro y el gato son enemigos naturales. Si bien es verdad que la gran diferencia de caracteres entre ambos puede dar lugar a problemas, también encontramos un buen número de casos en los que el cariño y la amistad reinan entre estos animales. Por tanto, comprobamos que esta enemistad no es más que un falso mito.
Especies sociales
Tanto el perro como el gato son animales sociables que establecen relaciones de jerarquía con sus manadas. A diferencia de lo que a veces se cree, ambos pueden pertenecer a la misma manada sin problema alguno, salvo que los dos quieran posicionarse como los jefes. Por ello, es importante que sea el propietario quien se alce con este título, con el fin de evitar peleas derivadas de su carácter territorial.
Los primeros meses
Con paciencia y las técnicas de educación adecuadas podemos lograr que un perro y un gato convivan desde el respeto e incluso se conviertan en los mejores amigos. Esto es posible a cualquier edad, aunque nos será mucho más fácil si comienzan a relacionarse desde cachorros. Es importante que tanto el uno como el otro sean conscientes del lugar que ocupan en la jerarquía, recibiendo un trato igualitario por nuestra parte.
Aún así, puede que tengan lugar episodios de celos, antisociabilidad y otros problemas, que si llegan a ser graves requerirán la ayuda de un profesional. No obstante, esto no quiere decir que una buena convivencia sea imposible ni que los gatos y los canes sean enemigos naturales; sólo necesitan conocerse y comprobar que no suponen ninguna amenaza para el otro.
Respetar su naturaleza
Una de las grandes claves para lograr una buena convivencia entre canes y felinos es respetar sus diferencias. Recordemos que, aunque pueden llegar a ser uña y carne, su naturaleza tiene unas características propias. Si las respetamos y conseguimos que nuestra otra mascota también las tolere, no tenemos por qué encontrar enemistad entre ambos.