Está claro que nuestro organismo y el de los perros tienen muchas características en común, y es que solemos reaccionar de igual manera a ciertos estímulos. Un ejemplo es que ambos bostezamos cuando sentimos cansancio o sueño, pero los bostezos en los canes también tienen otros significados.
Y es que pueden reflejar justo lo contrario a la pereza: para ellos también es una forma de manifestar estrés e incomodidad. En este último caso suelen sucederse varios bostezos seguidos, y durar más tiempo que los que se producen por causa del sueño. Por ello es habitual que estos animales bostecen y se sacudan cuando se encuentran en una nueva situación.
Esta reacción instintiva tiene una razón de peso, y es que el bostezo provoca en los canes un aumento del ritmo cardíaco, una mayor irrigación sanguínea hacia el cerebro y potencia la oxigenación de los pulmones, con lo que eliminan el dióxido de carbono del cuerpo. Con este proceso renuevan sus energías y combaten el nerviosismo.
Una explicación muy llamativa respecto al bostezo de los perros es la que concluía el estudio realizado el año pasado en la Universidad de Tokio, que afirmaba que los perros bostezan por empatía, cuando ven que sus dueños lo hacen. Este bostezo «contagioso» tiene una conexión emocional, pues es más fácil que tenga lugar como reacción hacia los bostezos de sus dueños que frente a los de los desconocidos.
Se trata de una manera irracional de mostrar cariño hacia las personas con las que conviven, pues esta clase de bostezos viene dada por la empatía que sienten hacia ellas. Y aunque no se conoce con exactitud el mecanismo que causa esta reacción, se asocia con la emotividad y un alto nivel de confianza. Es muy llamativo el hecho de que nuestro bostezo tiene que ser real para que el animal responda de igual modo; fingir este gesto no provoca el mismo efecto.