Uno de los hábitos más comunes entre los perros es comer hierba, que a menudo vomitan poco después. Existen muchas opiniones respecto a este comportamiento: mientras algunos aseguran que es algo natural e incluso beneficioso, otros creen que puede resultar nocivo. En cualquier caso, hay múltiples factores que pueden desencadenar esta conducta y conviene conocerlos para actuar con criterio.
En primer lugar, debemos saber que ingerir vegetales es una práctica heredada de sus ancestros, los lobos, que pueden resistir durante días comiendo exclusivamente hierba. Esto les ayuda a regurgitar y vomitar, y con ello, limpiar su estómago. «Actúa como una sustancia irritante de la pared del estómago: aumenta la secreción de ácidos y el grosor de la pared digestiva y, al final, desemboca en el vómito», explica el veterinario Adrián Aguilera.
Esta conducta puede estar motivada sencillamente por el instinto evolutivo, aunque a veces tiene su origen en causas muy diferentes. Uno de ellos es el dolor de estómago; si el animal sufre una mala digestión o tiene molestias, tratará de provocarse el vómito para aliviar el malestar. Otra teoría afirma que una dieta insuficiente en fibra lleva a los canes a adquirir este hábito. De hecho, los lobos consumen plantas habitualmente buscando una fuente de fibra.
En principio, comer hierba no tiene por qué ser perjudicial para nuestro perro. Sin embargo, es necesario tomar ciertas precauciones, ya que esta ingesta conlleva algunos riesgos. Por ejemplo, puede que la hierba haya sido tratada recientemente con pesticidas o químicos, provocando fácilmente una intoxicación en el animal.
Por otro lado, este hábito en ocasiones es síntoma de un trastorno digestivo, especialmente si el can consume vegetales compulsivamente. En ese caso, es necesario acudir al veterinario para que averigüe lo que ocurre y encuentre la solución. También puede ser señal de algún problema de comportamiento; la ansiedad o el aburrimiento son ejemplos frecuentes y conviene abordarlos con enriquecimiento ambiental y más ejercicio.
¿Es perjudicial que un perro coma hierba?
En la mayoría de los casos no. Comer hierba es un comportamiento común en perros sanos y, según encuestas a familias con canes, entre un 70% y un 80% de los perros ingiere plantas de forma ocasional. Adicionalmente, los datos indican que menos de una cuarta parte vomita tras comerla, por lo que no siempre se relaciona con purgarse. Aun así, hay que observar la frecuencia y el contexto: vómitos diarios, apatía, diarrea o rechazo del alimento requieren consulta veterinaria.

¿Cuáles son los motivos por los que un perro come hierba?
- Instinto y herencia: en lobos y coyotes se encuentran restos vegetales en las heces; en perros domésticos persiste como predisposición innata.
- Malestar gástrico: algunos perros buscan la hierba para inducir el vómito y aliviar náuseas o indigestiones. No obstante, no todos vomitan después.
- Fibra y regulación intestinal: puede aportar efecto mecánico que facilita el tránsito y la eliminación de heces. Si hay estreñimiento recurrente, valora con tu veterinario ajustar la fibra dietética.
- Hambre o rutina: hay perros que pastan más antes de comer. Dividir la ración diaria y ofrecer la primera toma temprano ayuda a estabilizar el estómago.
- Gusto, textura o frescor: simplemente les agrada el sabor/consistencia, especialmente con brotes tiernos o con gotas de lluvia.
- Estrés, ansiedad o aburrimiento: masticar reduce tensión y libera endorfinas. Más juego, paseos y juguetes interactivos reducen el pastoreo por “ocio”.
- Digestiones exigentes: en dietas con huesos o pelo (p. ej., BARF), algunos perros mastican hierba para favorecer el paso de materiales difíciles.
- Objetos extraños: de forma instintiva algunos intentan que la hierba “envolva” lo tragado; ante sospecha de cuerpo extraño, no pruebes remedios caseros y acude al veterinario.
- Acidez y bilis: si vomita espuma amarilla en ayunas, puede haber hiperacidez; ajustar horarios y evaluar dieta suele ayudar.
Riesgos y precauciones básicas
La conducta es normal, pero existen riesgos evitables: evita praderas y cunetas con herbicidas, pesticidas y fertilizantes, y parques urbanos con alta carga de contaminantes. En zonas concurridas puede haber residuos fecales y parásitos; mantén al día la desparasitación interna según pauta veterinaria.
Controla también el acceso a plantas tóxicas (tulipán, azafrán silvestre, laurel de flor, aloe, entre otras). Si tienes dudas, consulta listados de plantas seguras y retira las peligrosas del jardín o el hogar.
Evita que arranque manojos grandes o tierra: pueden formarse bezoares y provocar obstrucción intestinal. Algunas briznas duras pueden lesionar boca y faringe o causar atragantamiento. Si observas tos, salivación intensa, arcadas o dificultad respiratoria, busca asistencia inmediata.
No regañes; redirige con una orden y recompensa cuando ignore la hierba. Y si la conducta es muy frecuente, valora con tu veterinario posibles carencias, gastritis o EII.
¿Por qué algunos perros comen hierba y luego la vomitan?
Como explicaba el Dr. Aguilera, la hierba puede actuar como estímulo irritante que desencadena el reflejo del vómito y ayuda a “limpiar” el estómago. Aún así, los estudios muestran que no todos los perros vomitan tras comerla y muchos ni siquiera estaban enfermos antes de hacerlo.
Si tu perro busca hierba y vomita con frecuencia, revisa con el veterinario el pienso (calidad, proteína, grasa), considera añadir fibra de forma segura y ajusta los horarios (ofrecer una pequeña ración a primera hora reduce episodios por bilis en ayunas). Evita cambios bruscos de dieta.
¿Cómo evitar que muerda las macetas de casa?
- Fuera de su alcance: coloca las plantas en estanterías altas o estancias inaccesibles.
- Barrera física: cubre la superficie del tiesto con papel de aluminio o plástico transpirable para desincentivar el acceso.
- Ofrécele una alternativa: siembra un pequeño parche de césped seguro para que, si siente la necesidad, elija esa opción.
¿Cuándo acudir al veterinario?
- Vómitos repetidos, diarios o con sangre, diarrea, apatía, dolor abdominal o fiebre.
- Pérdida de apetito, adelgazamiento o cambios bruscos de comportamiento.
- Ingesta de plantas tóxicas o exposición a pesticidas.
- Sospecha de cuerpo extraño o signos de obstrucción (arcadas, abdomen duro, sin defecar).
Pastar es una conducta normal que cumple funciones digestivas, sensoriales o de manejo del estrés; con higiene ambiental, plantas seguras, desparasitación al día y una dieta bien planteada, puedes convivir con este hábito de forma segura y detectar a tiempo las señales que sí requieren atención veterinaria.

