El Lhasa Apso es una raza muy conocida por su pelaje largo y sedoso, su aspecto gracioso y su gran inteligencia. Originario del Tíbet, actualmente es una de las mascotas preferidas en todo el mundo, y uno de los más populares en los concursos de belleza canina. Descubrimos los principales detalles sobre la historia y las características de este animal.
Su origen se encuentra en China, específicamente en el Tíbet, aproximadamente en el año 800 a.C. Allí cumplía la función de guardián de los monasterios, pues es capaz de alertar muy rápidamente de la presencia de extraños mediante sus ladridos. Los monjes consideraban a estos perros como las reencarnaciones de compañeros fallecidos. No fue hasta el siglo XX que la raza se estableció en otras zonas del mundo.
Se cree que puede ser el resultado entre el cruce entre el Epagneul tibetano y el Terrier del Tíbet, y actualmente es símbolo de fortuna en este país. De pequeño tamaño, su aspecto es muy parecido al del Shih Tzu, por lo que suele ser confundido con él. Esto es sobre todo gracias a su abundante pelaje, de dos capas, que le servía para mantener la temperatura corporal en el gélido clima del Tíbet. Sus tonos pueden ser muy variados: negro, gris, blanco, dorado, arena, miel, tricolor…
Posee una gran capacidad pulmonar, y su hocico presenta un ligero prognatismo; es decir, su mandíbula inferior se encuentra algo más adelantada que la superior, lo que hace que su mordida tenga forma de tijera a la inversa. Otra peculiaridad del Lhasa Apso es la forma de sus orejas, caídas y cubiertas por largos mechones de pelo. Ésta es la razón por la que tiende a padecer otitis, por lo que debemos prestar especial atención al cuidado de sus oídos.
En cuanto a su carácter, suele ser dominante, desconfiado e independiente, aunque con sus seres queridos se muestra especialmente cariñoso. Goza de un fuerte instinto de perro guardián, manteniéndose continuamente alerta. Algo testarudo, es muy inteligente y se adapta perfectamente a las normas cuando se le adiestra adecuadamente.