Señales que indican que un perro puede morder

Perro ladrando.

El lenguaje corporal del perro es extraordinariamente amplio, pues a través del mismo nos indica sus emociones. El problema es que no siempre reconocemos estas señales, lo que a su vez da lugar a situaciones complicadas y nos impide anticiparnos para evitarlas. Es el deber de todo aquel que se responsabilice de un can conocer estos signos y responder respecto a ellos. Por ello, en esta ocasión nos centramos en la manera que tienen estos animales de mostrarnos que su intención es morder.

Señales previas a un ataque

1. Gruñidos. Un gruñido es un aviso inequívoco de que el perro no quiere contacto con nosotros. Es muy probable que, a su vez, el animal nos enseñe los dientes y camine un poco hacia atrás. Se trata de una advertencia; si retrocedemos, lo más posible es que no llegue a morder.

2. Tensión muscular y cuerpo rígido. Cuando un can se siente amenazado, tensa los músculos y se mantiene continuamente alerta. Por ello adquiere una peculiar pose rígida, que suele predecir a un ataque.

3. Pelo erizado. Es una clara señal de malestar en el perro, que a menudo acompaña a una agresión. De la misma forma, lo más común es que arquee el lomo.

4. Mirada fija. Si el animal nos mira fijamente mientras gruñe o enseña los dientes, lo mejor será que tengamos mucho cuidado. Es un signo evidente de amenaza, así como las pupilas dilatadas.

5. Cola en movimiento. Puede ser algo confuso, ya que dependiendo del movimiento de la cola el perro pretende transmitirnos un sentimiento u otro. En este caso, movería el rabo mientras mantiene el resto del cuerpo tenso y quieto.

6. Desplazamiento. Desplazándose hacia detrás y los lados, alejándose de nosotros, el can nos quiere decir que nos siente como una amenaza y prefiere mantener distancia. Ante cualquier movimiento desafortunado por nuestra parte podría llegar a mordernos, impulsado por el miedo o la desconfianza.

7. Marcaje al aire. Es una especie de mordisco leve, con el que el perro nos quiere decir que existe la posibilidad de que nos haga daño. En esta situación, lo mejor es retirarnos lentamente, sin hacer movimientos bruscos.


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