Junto al olfato, el oído es uno de los sentidos más potentes de los perros y una de las grandes claves de su sistema comunicativo. Su capacidad auditiva es mucho mayor que la de los seres humanos, pues gracias a esta extraordinaria habilidad pueden comunicarse a través de ladridos y aullidos incluso a una larga distancia. En todo ello influyen factores como la raza, el modo de vida y la edad del animal.
Lo cierto es que el oído de los canes no comienza a funcionar hasta los 10 o 15 días de vida. Tras esto, su desarrollo es progresivo hasta alcanzar su máximo nivel de audición, aproximadamente a los seis meses. Al cumplir el año, ya pueden distinguir e identificar los sonidos y focalizar su atención en cada uno de ellos.
De esta forma, el oído del perro se convierte en un órgano extremadamente sensible capaz de captar ruidos imperceptibles para nosotros. Por ejemplo, estos animales pueden oír sonidos de entre 16 y 60.000 hercios, mientras que los humanos sólo abarcamos entre 20 y 20.000 Hz. Esto explica el temor que sienten hacia los ruidos fuertes. Asimismo, los perros pueden percibir sonidos emitidos a una distancia de 25 metros; las personas únicamente podemos captarlos a un máximo de 6 metros.
A todo esto hay que añadir un dato importante, y es que algunas razas pueden orientar las orejas gracias a su extraordinaria movilidad. Esta habilidad les permite encauzar las ondas sonoras, localizando su procedencia con una gran precisión y rapidez. Debemos tener en cuenta que, mientras nosotros sólo tenemos nueve músculos en las orejas (de los cuales podemos mover únicamente dos), los perros poseen diecisiete.
Por otro lado, cuanto mayor sea su tamaño, mejor captará los estímulos auditivos. Sin embargo, aquellos con las orejas caídas como el cocker o el basset hound, pierden un poco de agudeza auditiva respecto a otras razas, como el pastor alemán o el chihuahua.