Al igual que ocurre con las personas, los diferentes estímulos de nuestro alrededor afectan de manera individual a cada perro. De ahí que unos sientan un mayor miedo que otros a los gritos, los coches, los patinetes y otros factores que forman parte de nuestro día a día. Cuando este temor es desproporcionado, puede que nos estemos enfrentando a un caso de Síndrome de Privación Sensorial.
¿Qué es?
El Síndrome de Privación Sensorial es una patología del comportamiento que tiene lugar tras someter al perro a un estado de aislamiento durante un largo período de tiempo, entre las tres semanas y los cuatro meses de edad. De esta manera se produce una malformación de las zonas nerviosas de su cerebro responsables de procesar los estímulos sensoriales. Así, se crea un defecto en el desarrollo de las conexiones interneuronales. En consecuencia, el animal sufre grandes dificultades para adaptarse al entorno, buscando siempre la soledad y reaccionando con miedo o ansiedad ante cualquier estímulo.
Síntomas
Lo más común en estos perros es que muestren una mirada asustadiza, una postura temerosa y no sientan curiosidad por su entorno. En casos graves, puede llegar a rechazar la comida y cualquier contacto humano o animal, así como a presentar otro tipo de respuestas neurodegenerativas: problemas dermatológicos, trastornos en el sistema digestivo o urinario, etc. En muchos casos presentan alteraciones del sueño, apego exagerado hacia su familia, fobia a cualquier ruido y una timidez extrema.
Tratamiento
Dependiendo del estado que presente esta patología y sus síntomas, será adecuado un tratamiento u otro. Muchas veces es necesario combinar varios métodos, siendo los dos siguientes los más comunes.
1. Terapia de conducta. Es imprescindible para solucionar este problema. y debe ser realizada por un etólogo o educador canino cualificado. Esta terapia es totalmente personalizada dependiendo del caso de cada perro, y tiene como principal objetivo mejorar la gestión emocional del perro ante los estímulos que le provocan miedo.
2. Administración de psicofármacos. En caso de ser necesario, podemos administrar mediación para reducir la ansiedad del can, siempre bajo la supervisión de un veterinario.
Consejos
Es importante no obligar al animal a enfrentarse a sus miedos cuando aún no está preparado, ya que esto puede agravar enormemente el problema. Asimismo, debemos proporcionarle un entorno tranquilo y tratarle siempre con grandes dosis de cariño y paciencia; no olvidemos que él no es culpable de la situación y que es la primera víctima de la misma.