Las almohadillas del perro son una zona sensible, que además se ve expuesta al trote diario a la hora de salir a pasear. Es por eso que se trata de una zona que debemos cuidar, porque pueden producirse heridas, pequeños cortes o molestias que hagan que el perro no pueda caminar bien.
Si en verano nos preocupaban las altas temperaturas que pueden afectar a sus almohadillas, en invierno tenemos precisamente el problema contrario, y es que las bajas temperaturas que sean extremas también pueden dañar sus almohadillas. Es por eso que en esta época debemos tener algunos cuidados extra.
Debemos saber que hay perros que tienen unas almohadillas mucho más protegidas, como los huskies, que cuentan con un pelaje que protege bastante sus almohadillas. Sin embargo, la gran mayoría las tienen mucho más expuestas. En invierno el mayor riesgo que tienen es el de que sus almohadillas se cuarteen, se agrieten o sufran con el frío. Hay que evitar zonas en las que hay hielo, porque así como quema en el contacto con la piel, les pasa lo mismo a ellos.
Si vamos a ir a una zona de nieve y hielo, lo mejor es que compremos protectores para las patas del perro. Estos protectores son botas para que las patas del perro se encuentren protegidas en todo momento, evitando que sufran quemaduras o cortes. De hecho, muchos de los perros que tiran de trineos y realizan deportes en zonas de invierno tienen estas botas.
Por otro lado, siempre debemos secar sus almohadillas al llegar a casa. Si vemos que cojea o sufre alguna molestia debemos revisar sus patas, ya que puede haberse clavado algo en las almohadillas o entre estas, una parte de piel fina que solo está protegida por el pelaje. Con estos cuidados evitaremos daños mayores en las patas del perro.