Hoy en día son muchas las personas que durante la semana o en las vacaciones tienen que encomendar el cuidado de su perro a otra persona. Quien tiene amigos o familiares que se encarguen puede estar tranquilo, pero si debemos escoger a una persona que no conocemos, nos llega la duda de si será la persona adecuada.
Es por eso que debemos aprender a reconocer a la persona que sabe cuidar y tratar a los animales de otra que solamente se va a preocupar por su remuneración. Está tratando con nuestra mascota, y como es parte de nuestra familia nos preocupa que esté en buenas manos. Hay varias formas de escoger un buen cuidador de perros.
Lo primero que tenemos que buscar es alguna referencia si es posible. Hoy en día, con las redes sociales y las mejores apps sobre perros es fácil encontrar información sobre alguien, y si lleva un negocio en el que cuida perros, pues encontraremos algo, como clientes y comentarios.
Si con esto no es suficiente o no hayamos demasiado información, pues hay que conocer a esa persona. Debemos hacerle algunas preguntas, para ver si ha cuidado a otros perros, cuánto tiempo pasa en casa, cuánto tiempo los pasea y a dónde los lleva y todo lo que nos pueda parecer importante.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que debemos ver el lugar en el que va a estar nuestro perro. Hay muchos particulares que los cuidan en casa, otros tienen jardines o zonas para los perros. Sea como sea, debemos comprobar que el perro va a estar en un buen sitio, ya sea en casas particulares o en hoteles para perros y que cumple con las condiciones de higiene necesarias. Además, muchos de estos cuidadores tienen otras mascotas, y eso debemos saberlo de antemano por si van a convivir con nuestro perro.
Por último, antes de dejarle al perro, tendremos que dar un paseo con el cuidador de perros y con nuestra mascota. Así veremos la interacción entre ambos. Es fácil reconocer a una persona a la que le gustan los perros y que sabe cuidarlos, entenderlos y controlarlos, y en el paseo lo verificaremos.
Cómo elegir al mejor cuidador de perros

Empieza buscando referencias en varias fuentes: familiares, amistades, tu veterinario, educadores caninos y comunidades del barrio. Complementa con plataformas especializadas como Rover, Gudog, Holidog, PetBacker o servicios de intercambio como TrustedHousesitters. Verifica reseñas detalladas, fotos reales y coherencia entre lo que prometen y lo que muestran.
Durante la entrevista, evalúa si te transmite confianza para dejarle tus llaves y a tu perro. Observa cómo se acerca, si refuerza en positivo y respeta el ritmo del animal. Tu instinto cuenta, pero decide con datos: pide un historial de experiencia, por ejemplo con perros con discapacidad, formación (adiestramiento amable, etología, primeros auxilios) y cómo maneja imprevistos.
Ajusta la experiencia a tus necesidades. Para visitas puntuales quizá baste alguien del vecindario; si tu perro requiere cuidados intensivos o medicación, prioriza perfiles con más horas de vuelo y competencias concretas. Un cuidador experimentado actuará mejor ante ansiedad, escapismo o emergencias.
Organiza un paseo conjunto. Valora el lenguaje corporal: cola y cuerpo relajados, olfateo tranquilo y acercamientos voluntarios indican buena sintonía. Evita perfiles que utilicen castigos, gritos o correcciones duras; la filosofía debe alinearse con tus valores.
Tipos de servicio y entorno adecuado

Hay cuidadores que acuden a tu domicilio (mantienen rutinas y territorio) y quienes ofrecen alojamiento en su casa o en residencias caninas. Pregunta si habrá otros perros, cómo se gestionan presentaciones y si hay paseos individuales o grupales.
Comprueba el entorno físico: cierres seguros, ausencia de huecos, balcones protegidos y zonas de descanso. Si hay cheniles, que exista habituación progresiva, paseos reales, juego y socialización controlada. Fíjate en limpieza, ventilación y protocolos de higiene.
Pregunta cuántas horas estará solo el perro. Si sufre ansiedad por separación, exige planes específicos: enriquecimiento, salidas frecuentes y evitar ausencias largas. Un localizador GPS puede darte tranquilidad en paseos externos.
Alinea las rutinas: horarios de comida, paseos y descanso (consulta sobre alimentación canina). Cambios bruscos (por ejemplo, pasar de dos a una toma) pueden aumentar estrés; en perros grandes, comidas muy copiosas y ejercicio intenso inmediato elevan el riesgo de torsión gástrica.
Seguridad, legalidad y acuerdo de servicios

Exige que el profesional cumpla la normativa local, disponga de seguro de responsabilidad civil y pueda emitir factura. Esto protege en caso de incidentes y muestra seriedad en la actividad.
Formaliza un contrato con servicios incluidos (paseos, visitas, alojamiento), frecuencia, precio, política de cancelación, cobertura veterinaria y canales de comunicación. Aclara dónde dormirá el perro y si se respetan sus costumbres.
Pregunta por el veterinario de urgencias de referencia, tiempos de respuesta y transporte. Solicita actualizaciones diarias con fotos o notas según acordéis. La transparencia continua es clave para tu tranquilidad.
Confirma el método de trabajo: refuerzo positivo, manejo amable y cero castigos. Si el perro sigue terapia de adiestramiento o medicación, solicita adhesión rigurosa a la pauta.
Checklist: preguntas clave y qué información aportar

- ¿Qué harías si mi perro ladra a extraños o muestra miedo en la calle?
- ¿Dejas a los perros sin correa? ¿En qué condiciones y lugares?
- ¿Cuántos perros atiendes a la vez y cómo garantizas atención individual?
- ¿Tienes formación en primeros auxilios y experiencia en conflictos entre perros?
- ¿Qué métodos de entrenamiento usas y cómo adaptas el plan a cada perro?
- ¿Cuántas horas estaría solo y qué harías para reducir estrés?
- ¿Qué veterinario de urgencias utilizarías y cómo te desplazas hasta allí?
Entrega una ficha del perro con hábitos, gustos y aversiones, zonas sensibles, señales de estrés, alergias, medicación y contacto veterinario. Incluye instrucciones de alimentación, permisos (interacción con otros perros, uso de correa) y si utilizas suplementos para perros o ayudas calmantes como difusores de feromonas o camisetas de compresión.
Señales de que has acertado

Durante la estancia, las actualizaciones consistentes, un perro que come, pasea y descansa con normalidad y una comunicación fluida son buena señal. Al recogerlo, un saludo alegre seguido de volver a jugar o explorar indica seguridad y buen vínculo.
Si observas evitación, miedo o apatía, dale espacio para recuperarse y revisa con el cuidador lo sucedido para ajustar el plan en futuras ocasiones.
Elegir bien implica contrastar información, alinear expectativas, visitar el entorno, pactar por escrito y priorizar trato respetuoso y seguridad. Con un buen profesional, tu perro estará cómodo y tú podrás ausentarte con verdadera tranquilidad.