El Carlino o Pug es una de las razas preferidas por los amantes de los perros pequeños, pues su peso está entre los 6 y los 8 kg. y su altura ronda los 30 cm. A su gracioso aspecto hay que añadir su carácter, amable y tranquilo, así como la lealtad que muestra hacia su familia. Alegre y cariñoso, es perfecto para convivir con niños.
Su origen se encuentra en China. Se dice que sus antepasados eran los mastines de Extremo Oriente que acompañaban, hace aproximadamente unos 2400 años, a los sacerdotes budistas. Esta raza fue miniaturizada a partir de estos perros, e introducida en Holanda en el siglo XVI; fue entonces cuando se convirtió en una mascota propia de aristócratas y reyes.
Entre sus características físicas, destaca su hocico, muy corto y pequeño, lo que hace al Carlino ser más susceptible a los catarros y a los ronquidos que otras razas. También hay que nombrar sus ojos, negros y saltones, así como las arrugas de su piel. Su pelaje, corto y aterciopelado, puede ser de varios tonos: albaricoque, negro o plata.
Respecto a su carácter, es alegre y cariñoso, muy leal. Le encanta jugar, aunque debido a sus dificultades respiratorias no debe hacer ejercicio demasiado intenso. Es inteligente, pues aprende con facilidad las normas básicas de adiestramiento, aunque puede llegar a ser algo dominante. Asimismo, se trata de una raza muy sensible a los ruidos, por lo que no debemos gritarle jamás. A pesar de su tamaño, es un fantástico perro guardián, ya que siempre se mantiene alerta. Por otro lado, suele ser sociable con los demás perros.
En lo que se refiere a sus cuidados, necesita cepillados diarios y baños frecuentes. Es importante que prestemos atención a los pliegues de su piel, ya que en ellos suelen acumularse restos de pelo durante la época de muda.