Seguramente has observado alguna vez que, tras regañar a tu perro por una travesura, su expresión se transforma: baja la cabeza, evita mirarte a los ojos o recoge la cola entre las patas. Este comportamiento tan habitual es interpretado a menudo por los dueños como una muestra de culpabilidad. Sin embargo, los expertos y la ciencia han estudiado a fondo esta cuestión y ofrecen una visión mucho más compleja y sorprendente sobre lo que realmente ocurre en la mente de tu mascota.
¿Los perros sienten culpa o es una emoción humana?
Una de las creencias más extendidas es que los perros, al igual que los humanos, pueden experimentar emociones tan complejas como la culpa o la vergüenza. Sin embargo, diferentes estudios en etología y psicología animal indican que los canes, a diferencia de las personas, no poseen la capacidad cognitiva para sentir auténtica culpa. Según la etóloga Alexandra Horowitz, quien realizó una investigación referente a este tema, «la expresión de culpa en los perros suele aparecer después del regaño, independientemente de si han cometido la falta o no».
Este comportamiento se explica porque el perro percibe a través de tu lenguaje corporal y tono de voz que algo está mal. Así, responde mostrando señales de apaciguamiento, como apartar la mirada, lamerse el hocico o encogerse, en un intento de evitar el conflicto. Estas reacciones, según la especialista, no significan necesariamente que el perro entienda lo que ha hecho o sienta remordimiento por ello.
La ciencia detrás de la «mirada de culpa» canina
Varios experimentos científicos han sido realizados para analizar este fenómeno. En uno de los estudios más citados, un grupo de perros fue filmado tras recibir la orden de no comer una golosina mientras su dueño se ausentaba. Al regresar, todos fueron regañados, tanto los que obedecieron como los que desobedecieron. El resultado fue que la llamada «mirada de culpa» aparecía en todos los casos sólo tras el regaño, sin relación directa con el acto cometido.
Investigaciones de la Universidad de Cambridge y la Universidad Eötvös Loránd (Budapest) corroboraron que los dueños no pueden determinar realmente si su perro ha hecho algo mal sólo con observar su expresión. En realidad, esa postura de aparente arrepentimiento se debe a la asociación que el perro realiza entre la reacción negativa de su dueño y ciertos gestos que le ayudan a evitar una reprimenda mayor.
Lenguaje corporal y emociones en los perros
Los perros son expertos en leer el estado emocional de sus dueños y reaccionan ante situaciones incómodas o tensas utilizando un repertorio de señales de calma. Entre ellas se incluyen:
- Agachar la cabeza o las orejas.
- Evitar el contacto visual directo.
- Esconder la cola entre las patas o moverla lentamente.
- Inclinarse hacia el suelo, lamerse el hocico o levantar una pata delantera.
Estas manifestaciones, lejos de confirmar un sentimiento de culpa, reflejan principalmente ansiedad, miedo o la intención de apaciguar a su humano. Además, la evolución ha favorecido el desarrollo de músculos faciales en los perros, lo que permite una mayor expresividad y facilita la comunicación no verbal con los humanos.
¿Por qué asociamos esas expresiones a la culpa?
La tendencia humana a interpretar las emociones animales desde una perspectiva propia se conoce como antropomorfismo. Al ver a nuestro perro adoptar ciertas posturas tras una travesura, proyectamos sobre ellos un sentimiento de culpa que, en esencia, pertenece a la experiencia humana. De hecho, algunos estudios demuestran que los humanos tendemos a ver culpa en el lenguaje corporal de un perro en función de nuestra propia creencia sobre si ha hecho algo mal, aunque el animal sea inocente.
Por otro lado, está demostrado que muchos perros aprenden a repetir estos gestos porque han comprobado que así pueden evitar conflictos o recibir una reacción más benévola por parte de sus dueños. Se trata, por tanto, de un comportamiento aprendido y adaptativo.
¿Es efectivo regañar a un perro tras una mala acción?
Los adiestradores y especialistas coinciden en que castigar a un perro por una conducta pasada no es útil. Los canes no asocian una reprimenda tardía con la acción cometida horas antes. Lo único que interpretan es el estado emocional de su dueño en ese momento. Castigarles posteriormente puede provocar ansiedad y estrés, afectar el vínculo y dificultar el aprendizaje.
La mejor alternativa es apostar por el adiestramiento positivo, reforzando las buenas conductas con premios, caricias o juegos, y gestionando de forma paciente los posibles errores o travesuras que puedan cometer.
Aunque muchos dueños insisten en que sus perros «saben perfectamente lo que han hecho», las pruebas científicas sugieren que esa expresión de culpa responde más a una estrategia de apaciguamiento que a un sentimiento real. Comprender cómo interpretan los perros nuestras emociones y mejorar la comunicación con ellos ayuda a fortalecer una convivencia más armónica y respetuosa para ambas especies.


