Signos de hiperactividad en el perro: síntomas, causas, diagnóstico y manejo eficaz

  • Identifica señales clave: ladridos constantes, desobediencia, juego descontrolado, insomnio y micción en casa.
  • Diferencia sobreactividad de hiperactividad: la primera es situacional, la segunda persiste sin estímulos.
  • Actúa con un plan: ejercicio de calidad, enriquecimiento mental, refuerzo positivo y rutinas estables.
  • Consulta al veterinario para descartar causas médicas y valorar tratamiento conductual o farmacológico.

Perro corriendo en el campo.

La hiperactividad es un problema muy común entre los perros, aún más si tenemos en cuenta que todos los cachorros tienen una energía desbordante. En la mayoría de los casos la situación cambia cuando se hacen adultos, pero a veces la ansiedad por jugar, pasear o morder se adueñan del carácter del animal. Éstas pueden ser señales de hiperactividad, algo que podemos controlar mediante técnicas de adiestramiento y otros trucos.

Reconocer la hiperactividad canina no siempre es fácil, dado que el perro es un animal muy activo por naturaleza. Sin embargo, debemos empezar a preocuparnos cuando observemos síntomas como los siguientes:

1. Ladrar constantemente. Ya sea para llamar la atención, pedir comida o jugar, ladrar o llorar sin control implica un estado de ánimo alarmante. Es una de las primeras señales asociadas a este trastorno.

2. Desobedecer las órdenes. Un perro hiperactivo es incapaz de concentrarse, y por tanto, de atender a nuestras órdenes. Se confundiría con facilidad, reaccionando con nerviosismo y dificultad a cada una de nuestras indicaciones.

3. Descontrol en los juegos. Puede que estos nervios desmesurados hagan que el animal no calcule su fuerza a la hora de jugar, pudiendo por ejemplo, mordernos con demasiada fuerza.

4. Insomnio. Es uno de los síntomas clásicos de la hiperactividad, tanto en canes como en humanos. También lo es el sueño ligero, hasta el punto en que cualquier mínimo ruido pueda desvelar al animal.

5. Hacer sus necesidades en casa. Su poca capacidad de concentración y sus nervios excesivos pueden llevar al perro a hacer sus necesidades en cualquier parte, ya sea fuera o dentro de casa.

Además, pueden aparecer otras manifestaciones frecuentes: incapacidad para relajarse incluso tras ejercicio, atención dispersa ante cualquier estímulo, destrucción de objetos o masticación compulsiva, respiración y ritmo cardiaco elevados en reposo, impulsividad (saltar o correr sin motivo), y sueño de mala calidad.

Cómo diferenciar hiperactividad y sobreactividad

Señales de hiperactividad en perros

Un perro simplemente activo puede alterarse ante estímulos y después volver a la calma. En la hiperactividad, el estado de excitación constante se mantiene incluso sin estímulos. Señales que orientan: si en ambientes tranquilos el perro jadea, no para de moverse y le cuesta dormir, la balanza se inclina hacia hiperactividad; si sólo se altera en momentos concretos (visitas, paseo) y luego se regula, hablamos de sobreactividad.

Causas y factores de riesgo

Causas de hiperactividad canina

  • Falta de estimulación física y mental: energía acumulada por paseos pobres o poca actividad cognitiva (juegos de olfato, rompecabezas).
  • Genética y raza: razas de trabajo y deportivas presentan mayores necesidades de actividad. En casos menos frecuentes puede existir el síndrome de hipersensibilidad-hiperactividad (HSHA) o un perfil TDAH-like canino.
  • Manejo y educación: reforzar sin querer la excitación (premiar saltos o ladridos), rutinas irregulares y límites difusos.
  • Estrés y ansiedad: especialmente ansiedad por separación o entornos con muchos estresores.
  • Problemas neurológicos o endocrinos: ciertas alteraciones metabólicas o del sistema nervioso pueden incrementar la actividad.
  • Alimentación inadecuada: dietas con exceso de carbohidratos refinados y aditivos pueden influir en el comportamiento.

Los cachorros y perros jóvenes muestran de forma natural más energía y reactividad; esto no implica patología, aunque sí requiere buenas rutinas para que no se consoliden hábitos excitables.

Diagnóstico profesional

Si observamos estos signos, lo mejor será acudir a un veterinario o a un experto en comportamiento para descartar causas médicas y valorar el entorno. La historia clínica considera cuándo empezaron los signos, cantidad de ejercicio, rutinas, dieta y estresores. Se recomiendan examen físico, analíticas (incluida función tiroidea y metabólica) y, si procede, evaluación neurológica.

En la parte conductual, un etólogo puede diferenciar entre hiperactividad patológica y un problema de manejo. Existen cuestionarios de apoyo (p. ej., escalas de impulsividad y atención) que orientan la valoración; además, los signos deben ser persistentes en distintos contextos y mantenerse en el tiempo pese a rutinas adecuadas.

Tratamiento y manejo

Tratamiento hiperactividad en perros

1) Estimulación física y mental

  • Ejercicio diario de calidad: paseos largos, variando rutas y permitiendo olfatear; juegos controlados de traer, canicross o senderismo según edad y condición.
  • Juegos de olfato y enriquecimiento: alfombras olfativas, búsqueda de premios, juguetes interactivos y rompecabezas.

2) Adiestramiento y autocontrol

  • Entrenamiento con refuerzo positivo de órdenes básicas (sienta, quieto, ven) y protocolos de relajación en su cama.
  • Control del juego: pausar si sube demasiado la excitación y reanudar cuando recupere la calma.
  • Ignorar la demanda de atención en momentos de excitación y premiar la tranquilidad.
  • Rutinas estructuradas de paseos, comida y descanso para reducir la anticipación ansiosa.

Por ejemplo, el Agility es perfecto para perros nerviosos, pues les ayuda a aumentar su concentración y a equilibrar su energía. También nos será muy útil practicar órdenes de obediencia a diario y recompensar su atención con refuerzo positivo. Y por supuesto, necesitaremos mucha paciencia, que con el paso del tiempo seguro se verá recompensada.

3) Manejo del estrés

  • Reducir estresores del entorno, facilitar un espacio seguro y utilizar, si procede, feromonas apaciguadoras o música suave.

4) Dieta

  • Alimentación de calidad, baja en carbohidratos refinados y sin aditivos artificiales; ajustar calorías a la actividad.

5) Tratamiento médico (si procede)

En cuadros patológicos puede valorarse medicación por el veterinario, como ISRS, o nutracéuticos calmantes (L-teanina, melatonina). Nunca administrar fármacos sin supervisión profesional.

Prevención y pautas para cachorros

  • Socialización adecuada y evitar reforzar conductas excitables.
  • No separar al cachorro de la madre y hermanos demasiado pronto.
  • Establecer rutinas de ejercicio, descanso y alimentación desde el inicio.

Adoptar estas pautas, junto con la evaluación veterinaria cuando sea necesaria, permite canalizar la energía, mejorar el autocontrol y recuperar la convivencia, incluso en perros con predisposición o con entornos que favorezcan la excitación.